lunes, 21 de noviembre de 2011

ENCUENTROS FORTUITOS

Como dos bolas de billar, que en un momento de la partida chocan y luego siguen sus trayectorias opuestas. Así son esos encuentros fortuitos que de tanto en tanto tienen lugar.¿Magia? ¿casualidad o "causalidad"? No parece muy lógico buscar un sentido, ya que la experiencia en sí misma es todo un misterio que regala un sin fin de respuestas que sólo sirven para ese momento, ese presente, esa vida en estado puro.

Como amante del "carpe diem" no puedo dejar de maravillarme ante este fenómeno que siempre ocurre en el momento justo, en la situación precisa, con la persona indicada... Y mientras, esas palabras improvisadas, esa noche fugaz o esa mañana recién nacida, ese beso robado o esa mirada pillada "in fraganti",  ese deseo contenido, esa confidencia al extraño más cercano o esa sonrisa nerviosa y compartida, esa complicidad mezclada con un café y amaneciendo, ese paseo que queda de paso...Y al final... de nuevo el mundo, de nuevo la vida trazada de antemano, pero esta vez con un sabor especial, con una sonrisa al recordar y ser consciente de lo real a pesar de lo onírico que pueda parecer el encuentro.

Quizás sólo sea cuestión de círculos, esos que mientras se crean ya se están cerrando, quizás para recordarnos que la vida continuamente se escapa en cada segundo, y sólo de nosotros depende hacerla especial en cada momento.

Encuentros fortuitos que duran más en la memoria que mientras se producen, y por eso mismo, aunque parezca una paradoja, pueden durar eternamente sin apego. Un recuerdo que significó toda la diferencia. Rindo homenaje a esos regalos de la existencia, a esos rostros con nombre y sabor a horas, porque ahora, en este momento en que bajo de la rutina y echo la vista atrás, una sonrisa se dibuja en mis labios y me siento afortunada por haber recibido tanto y de forma tan honesta, natural, espontánea.

Encuentros fortuitos que impulsan a abrazar la vida, a esas extrañas bienvenidas que me conectaron aún más con mi propia esencia.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

DECIR ADIÓS

Decir adiós es el acto más complejo. El más desierto de los actos necesarios. Así como cada bienvenida es un nacimiento, cada despedida es una muerte de lo nunca dicho, de los abrazos no dados, de las palabras en blanco suspendidas en un sentimiento agarrotado en la garganta.
Decir adiós es una película a cámara lenta sin contrato, no hay días concretos ni fechas de entrega, dura una eternidad en cada segundo, en cada recuerdo. Y nunca hay despedida sin algo de traición a uno mismo.
En la neblina del camino que siempre hay que seguir, siempre se distinguen rayos de luz, que de vez en cuando hacen resaltar alguna sombra que nos tienta a convertirnos en estatua de sal. ¿De qué depende la decisión final?
Sólo de esa palabra que dices con todo tu cuerpo, y que, por momentos, también pronuncia tu ser sin voz.
Decir adiós es el acto más complejo. Sentir el adiós es la canción más rota del alma.

sábado, 5 de noviembre de 2011

LA ALEGRÍA DE SER.

Un latido, una flor que cae abierta, extiendo alas en una noche que anuncia su despliegue de estrellas.
Destellos de luz, que no queman, que no ciegan. Soy yo, es mi voz, es mi fuerza dormida que me coge de la mano en gesto tierno de confianza. Sólo con levantar la cabeza descubro un mundo que me espera. Y la sonrisa se transforma en cambio, a la que sigue risa por dentro, a la que sigue carcajada por fuera. Se acalla el silencio de los "no puedo" para ser música de entusiasmo. Y no queda nada atrás. No hay espacio para sin sabores, ni decepciones ni viejas batallas  No hay pérdida. Nunca supo tanto saber que nada es en vano. Colores que bailan a mi alrededor y sabores hechos exclusivamente para mi paladar.
Dejarse llevar por la tormenta de la vida que siempre se abre paso. Magia es cada segundo si tenemos los ojos bien abiertos y un corazón que escucha.
No hay miedo. No hay posibilidad de fallar. No hay cansancio, ni después. Ahora, sólo estoy yo y esta sensación que es presente absoluto.
LA ALEGRÍA DE SER A MIS PIES.