viernes, 6 de julio de 2012

"Buen viaje y feliz vida"

Quizás fuese ese lugar, la luz o el color de un recuerdo, quizás se tratara simplemente de eso...una vieja nostalgia, pero la cuestión es que en ese cruce de casualidades crueles, en ese cruce de miradas furtivas que duran tan sólo unas décimas de segundos más de lo normal, se llegó a pactar todo en silencio, como deben ser los grandes pactos. A partir de ese momento, comenzó el viaje con sabor a único presente, pues la fugacidad tenía un aroma que sabía reconocer muy bien, o quizás fuera su hambre de vida lo que hacía que ésta le presentase únicamente aquello que, precisamente por tener la cualidad de lo efímero, potenciaba la intensidad de cada emoción haciéndola más viva, ya que puede que la única constante de toda esta existencia sea el continuo movimiento, el cambio, la llegada y la despedida. Y también puede que el propósito de esta dinámica sea aprender a dar aquello de cuanto seamos capaces de entregar aún sabiendo que no hay seguros.

Así que sin más, se dispuso a encontrarse consigo misma en otro, haciendo uso de ese espejo que son los seres humanos, para desvelar una vez más qué ocurría con sus ternuras, con sus caricias guardadas, con ese amor que todos llevamos dentro y que a veces cuesta desempolvar, sentir sin reservas y sin promesas.
Comprobó que aún había capacidad de estremecerse hasta los huesos, pasando por el corazón, sí, por el corazón ¿por qué no? Porque una piel que recibe nunca es extraña.

Comprendió, una vez más, que aquello que está de paso puede no quedarse en la superficie de unos labios, puede convertirse en un beso a la vida, abrazando la intensidad de un momento que quedará en la memoria con sabor a gratitud, como una noche de julio perenne simplemente por la oportunidad de volver a sentir. Se quedó con una frase:
"Lo que tú entregas... es diferente, es sincero, espontáneo y libre" Le dio un abrazo a modo de despedida y pensó para sí: "la mejor recompensa de una entrega es simplemente que ésta sea reconocida". No hay después. No hay espacio para un quizás. No es necesario cuando abres tu corazón. Una vez más se sorprendió diciendo: "buen viaje y feliz vida"
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