miércoles, 26 de septiembre de 2012

TIEMPO DE "QUIZACES"

Quizás este sea un dolor de los que se borra con el tiempo, o quizás sea de esos de los que deja cicatriz permanente. Quizás en cuestión de días tu nombre se desvanezca de mi mente, quedando sólo tus ojos, o quizás sean tantos los recuerdos que ninguna de las dos cosas desaparezca.
Antes la incertidumbre era verde esperanza, ahora no hay color, ni esperanza, ni incertidumbre. Quizás sea mejor así.
Ahora toca reconstruir, o simplemente seguir construyendo en aquel punto donde estaba cuando llegaste. Volver a empezar nunca apetece, sobre todo cuando quedan sensaciones y sentimientos inacabados. Pero ese es el camino. Es el que hay. Pelear contra eso es ponerse una venda en los ojos, en prolongar un dolor cuya causa sólo soy yo misma por no saber enfrentarlo.
Hoy no hay poesía, ni metáforas, ni música en las palabras. Sólo un diálogo entre la parte de mi misma que trata de no rendirse y la otra parte que se aferra a lo que sin duda ya está perdido. ¿Por qué cuesta tanto soltar? Quizás esa no sea la cuestión, quizás lo único que importa es que es necesario hacerlo.
El duelo tiene sus etapas, solapadas, pero están. Transito en ellas reconociéndome en los pasos y pienso en aquellos días en los que todo era teoría. Soy ejemplo de lo que ya sabía. Quizás logre ser mi propia maestra, por ahora sólo soy alumna repetidora.
Dejo fluir la emoción, verbalizo lo que siento, me distraigo, me ocupo, me siento y respiro, intento proyectarme en un futuro donde esto sólo sea niebla. Lo hago todo. ¿Cuándo toca olvidarte? Quizás ese tampoco sea el objetivo. Por ahora es el tiempo de "quizaces"

jueves, 20 de septiembre de 2012

EL VALOR DE UNO MISMO

Uno tiene el valor que se da a sí mismo. Así de simple.
Hay momentos en la vida en los que es demasiado tentador pensar (y por tanto, creer) que aquellas circunstancias que nos desagradan, disgustan o hieren están relacionadas con el poco valor que se nos otorga a nuestra persona, a nuestro trabajo, sentimientos, etc... Caemos en la trampa de depositar todo el poder en el "afuera", dejándonos en una cómoda posición de víctima que, aunque parece aliviarnos por momentos, es tan errónea como inútil. Errónea, porque no todo lo que nos pasa depende exclusivamente de los demás, o del azar, o del destino o como quiera llamarse a cualquier otro elemento externo que escape a nuestro control, pues si bien hay situaciones inevitables, lo que sí podemos modificar siempre es nuestra propia respuesta a lo que nos sucede.
No somos máquinas perfectas, de acuerdo. No siempre tenemos las herramientas adecuadas para afrontar según qué golpes de la vida: también de acuerdo. Por eso, cierto tiempo de adaptación es no sólo válido, sino también recomendable. Pero de ahí a sostener que nada está en nuestra mano...va un trecho.
Y es inútil también pensar de esta manera porque es abogar por la indefensión frente a la vida y sus adversidades, es negar el propio aprendizaje. Como dijo Jung: "Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario, para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma"

Así pues, se me ocurre pensar que una forma de trascender esas vicisitudes es entender que somos responsables de aquello que nos acontece, tanto para bien como para mal, y todo aquello que consideramos "injusto", la mayoría de las veces es propiciado por nuestra actitud interna pasiva de permitir aquello que sabemos que ni queremos, ni merecemos.

No se trata de que nos valoren. Se trata de no permitir un trato que nos degrade. Si aprendemos a darnos el lugar que creemos que nos corresponde, aquel  lugar que más feliz nos hace, el entorno no tardará en captar el mensaje, seremos nosotros mismos quienes desechemos aquellos caminos, trabajos, relaciones, etc... que no nos satisfacen, propiciando con ello una actitud activa frente a la vida, creando el verdadero valor que tenemos, que siempre tuvimos, pero que en primer lugar tiene que ser reconocido por nosotros mismos antes que por todo lo demás.


jueves, 6 de septiembre de 2012

SABER CUIDAR, SABER AMAR



Antes de marcharse, en esa penumbra suave que acaricia el rostro antes de amanecer, se preguntó si sería capaz de escribir exactamente lo que pasaba por su cabeza. No quería despedirse como otra veces, cerrando la puerta tras de sí, no quería darlo todo por perdido... Así que rebuscó en el escritorio, papel y lápiz era todo lo que hacía falta...y quizás, algo de suerte. Sin más, escribió:



"Estoy aquí. A tu lado. Estoy aquí y por alguna razón mi camino se cruzó con el tuyo. Soy una persona a la que le gusta cuidar a otras personas. Sé lo que significa "cuidar". No se puede cuidar si no te entregas sinceramente, si no abres tu corazón y estás dispuesto a que lleguen a ti. Para cuidar hay que entender, respetar, valorar. Cuidar es una forma de amar. Cuando amas verdaderamente te preocupas más de lo que das, que de lo que recibes, porque sabes que cuando más recibes es cuando más das. Cuando sabes amar, no quieres ganarte el amor del otro, sólo su confianza. Cuando amas, no das nada por hecho, en lugar de eso, te armas de paciencia. Cuando amas a alguien y sus misterios, no quieres retos que enfrentar, ni conquistas que ganar... sólo quieres conocer, sin pretensiones, sin estrategias. Cuando amas sabes que no debes hacer daño y además sabes la forma en la que no hacerlo. Es fácil no hacer daño si amas.

Para entender el amor por otros primero es necesario entender el amor hacia uno mismo. No hay formas perfectas de amar, ni a otros, ni a uno mismo. Pero cuando te cuidas sabes que te estás amando y también sabes que estás listo para amar a otros.

No sé derribar muros, ni romper defensas...Para eso tendría que tener demasiado presentes mis propias barreras, y éstas las hago pequeñas en cuanto las veo crecer porque sé que si no me alejarán de la felicidad y de las cosas bellas que están al alcance. Por eso no puedo ocuparme de tus alambradas. Las veo, las respeto, las entiendo, pero jamás lucharé contra ellas, eso significaría que no confío en ti y en tu capacidad de enfrentarte a tus propias limitaciones. No puedo hacerte eso si te amo verdaderamente. Ves? Así de fácil, así se cuida. Confío en ti, no en las expectativas que quiera crear sobre ti. Simplemente confío en tu esencia y que en cada paso lograrás hacer una mejor versión de ti mismo, como yo trato de hacer conmigo misma.

Si alguna vez, como humanos que somos, me asaltan las dudas y me cubro llegando a pensar que me he debilitado tanto como para creer que algo que tenga que ver contigo puede dañarme, es decir, si alguna vez caigo en la comodidad de victimizarme, confío de nuevo en que sabré darme cuenta y rectificar. Sabré pedir ayuda si caigo. Sabré ser generosa contigo si antes he aprendido a serlo conmigo misma. Y no hay mejor forma de ser generoso que permitir que otros te ayuden o te enseñen sin que por ello tu ego resulte herido o en deuda.

Para saber amar verdaderamente, con cierto valor que trascienda y dé significado a tus días, con un amor que te conmueva por dentro y sea capaz de transmitirse a otro, que lo conmueva a su vez. Para amar con una mirada limpia hay que ser niño, hay que ser inocente, hay que darlo todo, y darlo todo no significa que te quedes sin nada, darlo todo significa entregar pensando que nada te hará falta. Es una sutil diferencia, pero hay que saber reconocerla.

Estoy aquí. Esperando tu ritmo, observándolo con ternura, preguntándome si se acompasará con el mío. Estoy a tu lado y no quiero que eso signifique tener miedo, porque entonces tú también temerás, porque somos espejos, somos reflejo de lo que pensamos, y así sentiremos, conforme pensemos. Así que yo pienso que puedes confiar en mí. Yo pienso que puedo cuidarte y que eres digno de cuidarme. Yo pienso que no hay esfuerzos que valgan ninguna pena. No hay penas. Sólo hay preguntas que podrían llegar a responderse honestamente.
Estoy aquí para ello. Cuando quieras, cuando lo sientas, cuando desees compartirlo conmigo. Cuando te des cuenta y estés convencido de que tú también sabes amar"

Ahora sí tenía la sensación de que tal vez, sólo tal vez, podría hacerle llegar su mensaje.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

DULCE INCERTIDUMBRE

Qué dulce incertidumbre. Y parece que cuando ya caes al borde del precipicio de toda clase de escepticismos...de la nada surge un nuevo aliento. No deja de ser sorpresa este baile de desatinos afortunados en que se puede convertir la vida. Lo mismo una noche es desgarradamente hueca y solitaria, plagada de fantasmas con complejo de telaraña no resuelta, y sin más, días más tarde, amaneces en los brazos de una ilusión no programada. Así no hay quien diseñe una estrategia de vida!! Supongo que al final la existencia se abre paso. El aprendizaje es una fuerza arrolladora que no descansa, y llega a veces en formas inesperadas con un único fin: evolución.  Parece una broma pesada del destino.
¿Y qué hacer? ¿Qué dirección tomar? Cuando un sendero comienza es casi imposible vislumbrar todas las luces y sombras que saldrán al encuentro. Es inevitable el miedo. Es inevitable la incertidumbre. Es inevitable la emoción.
Hay momentos en los que se apuesta por la vida y momentos en los que se apuesta por la muerte de lo ya conocido. Y hablo de muerte de lo ya conocido porque en lo estático no hay cambio, en lo que no entraña un cierto riesgo, no hay vida. Puede haber muerte en vida, lo cual es peor que la misma muerte. Por eso, cuando te agarras al pasado dejas de vivir. El pasado es lo ya conocido, lo ya vivido, por tanto, el pasado es el cadáver de la experiencia. De tener que hacer una elección...
No hablo de aceptar retos porque lo hice una vez y me dio mala suerte (otra vez el pasado...) Esta vez podré decir que simplemente apuesto por la vida, aunque ésta sea embustera, y al final nada resulte como parecía, pero lo que hay detrás de cada paso hacia adelante siempre merece la pena. Hasta el arrepentimiento merece la pena. Igual es que no aprendo pero al menos no se podrá decir que no vivo, que no habré disfrutado de esta dulce incertidumbre.

domingo, 2 de septiembre de 2012

POEMA II


Muerde tu aliento en mis poros
girando en tus manos una danza perfecta
se encuentran mis dones y defectos
y no me importa si aun así te quedas
Dejaré de remar a favor de la corriente
para remontar todas tus creencias
Déjame entrar en esa noche oscura de tu alma
Sábanas de piel de gallina
y miedo de hojalata en el tacto
Pero cierra los ojos una vez más
 y ábreme
tus manos
No me marcharé si no te alejas