martes, 2 de abril de 2013

Esos días


Hay días en los que se aprende y días reaprendidos, hay días para mirar a los demonios de frente y días endemoniados dando cabezazos en el cristal de tu ventana al mundo.
Hay días en los que el laberinto te vuelve a situar en el mismo punto de partida y sólo se puede decir: "sé que aquí ya he estado antes, ¿y qué?" (puesto que el "¿para qué?" no cabe dentro del interrogante)

Hay días que se llenan solos y días solitarios, donde ni el eco ni la sombra se detienen a escuchar quejas manidas.
Hay días vividos y pequeñas vidas en una sola hora. El desequilibrio forma parte del encanto y del castigo del encanto. No hay escala de grises para el que no está preparado para encontrarlas.

Esos días, los que se quedan a medias esperando a ser estirados, no se anuncian, no se oyen, no se ven venir, son desafiantes y no esperan recompensa. A veces, dejan sabor amargo o estela de miedo, como una adivinanza esperando a ser resuelta. Otras, se acompañan de una voz amiga que se tiende de la nada, son aquellos que saben leer en ti aún cuando tú mismo andas a oscuras.

Hay días que jamás serán recordados, imposibles huellas de polvo en el desierto de una vida. ¿Y a dónde van? No importa, porque siempre vuelven. Como vuelve el amor también.

Hay días, por el contrario, que no se borran de ningún calendario, sin importar el año. Esos días quizás nos definan los errores y los aciertos, pero tampoco bastan para dibujar un alma con todos sus matices.

Esos días, los vividos, los sentidos, los llorados, los exprimidos...son amarras al presente, lo único cierto de las historias. Y estos días, los insípidos, los solitarios, los eternos desterrados...son anclas. Sin más.

¿Elegimos los días? Que la ambigüedad conteste. Es igual pensar que sí o que no, mañana, según el día, se podrá cambiar de opinión y será perfectamente válido.

Así son eso días, estos y aquellos que fueron. Y así serán los que están por venir, una caja de sorpresas, a veces gratas, a veces falsamente inaguantables, porque nos engañaríamos al pensar que existen días insoportables, tanto como si nos engañamos pensando que se puede burlar el último día.

Esos días, donde todo gira y al mismo tiempo se detiene, pudiendo acelerarnos a nosotros por dentro paralizando, al tiempo, el paso. Esos días son perfectos y bellos, son esencia pura y compleja que nos devuelve un reflejo en el espejo aún por pulir.

Por esos días, levantar en un brindis imaginario, merecido o no, diciendo o pensando: así es la vida.