A veces hasta lo más simple acaba siendo un embrollo. Suele decirse que entre lo que manda el corazón y lo que manda la cabeza, es mejor seguir al primero, puesto que en caso de que podamos llegar a interpretar el resultado como una equivocación, es más fácil perdonarse cuando hemos actuado dejándonos llevar por un sentimiento que por un pensamiento, pero ¿puede aplicarse esto en todos los casos? ¿y si no está tan claro quién de los dos está hablando? ¿Y si pienso que es mi corazón quien me está guiando y en realidad es mi cabeza, llena de miedos y condicionamientos la que está llevando el timón? Lo que ya decía antes: un embrollo.
Y uno intenta echar mano de las experiencias pasadas, de lo que hemos aprendido. Y uno intenta ser honesto y no engañarse una vez más, como tantas otras veces, pero... de nuevo la sombra pelea con la luz. ¿Cómo saber? ¿Qué preguntas son las más adecuadas?
Quizás en lo profundo hay una voz que aconseja: pies de plomo. Sobre todo cuando no son sólo los propios sentimientos los que están sobre la mesa, porque de mis emociones me hago cargo yo, si me equivoco, aprenderé la forma de ser condescendiente conmigo mismo, pero si otro sufre a causa de mi propia indecisión...en mi caso me pesa, y mucho. ¿Esto me lo dice mi cabeza, mi corazón o ambos dos?
Y siempre queda en el aire esa extraña nube de confusión... ¿y si estoy dando vueltas porque lo que se me presenta es una verdadera oportunidad y de nuevo me boicoteo, o es precisamente este pensamiento lo que siempre me lleva a arriesgar cuando de antemano sé que no hay tal oportunidad?
Lo dicho: un embrollo.
Amén. Es tan difícil saber...
ResponderEliminarjejej...Nati habra q desenrollar...y no arriesgar tanto...besos
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